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El Carnaval de Barranco volvió...y venció

Publicado: 2011-03-20

(Una crónica de Guillermo Reaño) Pienso en la cantidad de gas lacrimógeno gastado a chorros, en la infinita verborrea que la prensa de siempre, las redes sociales y el Internet le dedicaron al carnaval de Barranco del año pasado, ¿lo recuerdan?. La versión 2010 del hit parade sureño acabó en rompanfilas, en una desaforada batalla campal que tuvo como protagonistas a los propios festejantes y a la policía convocada por la mismísima autoridad municipal para reprimir una actividad popular nacida a inicios de la década que se fue, precisamente para llenar de alegría las calles de un distrito sometido por las combis, los taxis y todo lo demás. Increíble, los que asistieron al carnaval del año pasado, autoconvocados la mayoría a través del Facebook y el boca a boca, salieron trasquilados: la reunión ciudadana terminó a punta de gritos, golpes a diestra y siniestra y amenazas de todo tipo. Con mis amigos Lolo y Didi Arteta zarandeados y a punto del shock por culpa de la arbitrariedad, sinsentido y mala leche del tristemente célebre alcalde Mezarina.

Lo comentamos en este espacio, la batalla de la calle Miraflores dejó muertos (vivientes) y heridos por doquier. Felizmente los segundos se recuperaron y volvieron a tomar por asalto –el domingo 6 de marzo- los espacios de todos para rendirle pleitesía al juego organizado, la locura callejera, la buena nota y el descontrol controlado. Sí, la versión 2011 del clásico carnaval de Barranco, bautizado este año con generosidad como el Carnaval del Barrio "El Gran Malambo", contó con el apoyo de la policía, el serenazgo municipal, la autoridad edil y los comités barriales que existen en el caluroso distrito. Los muertos del año pasado, los funcionarios de la gestión Mezarina, ni se aparecieron. Ganó la democracia verdadera y la ciudad, la que estamos reconstruyendo por acción popular, recuperó un espacio que se iba a perder sino se actuaba con energía y prontitud (callejera).

Con los Olaya en la calle Centenario. Nuestro recorrido empezó a medio día, en la calle Centenario, cerca de la casa de Quica Moncloa. Uno de sus hijos, el artista plástico Gabriel Alayza, fue el portaestandarte de la comparsa de los Cíclopes, vestidos sus animosos integrantes (y desvestidos también) de azul encendido. En la esquina de Centenario con el malecón Paul Harris la multitud saltó y fue feliz al compás de los Olaya Sound System, una de las tantas bandas de rock del distrito más bohemio de Lima. Allí nos encontramos con Mari Solari, con el fotógrafo Toño Martínez, con María Elena del Solar y el Cholo Nieto, barranquinos de pura cepa y recibimos también los primeros baldazos de agua de la espontánea manifestación carnavalera. Jessica Vargas, la recién estrenada alcaldesa lo dijo pocos minutos antes de echarse a andar la festividad: "El Carnaval de Barranco es una fiesta para los vecinos, un acto cultural, es una celebración que busca integrar a todas las familias y que invita a disfrutar la calle".

De Centenario las comparsas tomaron el camino del malecón, hacia la polémica Casa Dasso, hasta hace unos días punto focal de todas las controversias en una zona de la capital que se rehúsa a crecer sin planificación y falta de respeto hacia los espacios públicos. En ese rincón del distrito todavía se dejan ver los estropicios de la pasada administración municipal. Los celebrantes no le hicieron caso a la política y se dedicaron a lo suyo: los gritos, los bailes, el juego, las excentricidades. El rey Momo feliz de la vida.

En el barrio del Proyecto Barrio. En Sáenz Peña vimos por última vez a la alcaldesa disfrazada y llena de ánimos, monitoreando como se debe el paso de la comparsa por la avenida Grau y la calle Cajamarca, allí donde nació, gracias al tesón y barrio de Sebastián Solari, el mítico Proyecto Barrio, la iniciativa ciudadana responsable de haber revivido el carnaval de Barranco y "culpable" también de convertir la calle Catalino Miranda (ex Cajamarca) en una de las más lindas y arborizadas del distrito. En ese punto de la navegación callejera fui convocado por Santiago Solari y Philipe Grumberg para integrarme a las filas de los Barrio, que este año presentaron de nuevo la serpiente amazónica que había que cargar y hacer cimbrear para deleite de la concurrencia.

En Cajamarca con Colón, allí donde los Arteta, nos esperaban los muchachos de La Roja y sus acordes de rock and roll. Mardi Grass en Barranco. Mencía Olivera (su mamá y abuela), Natalia Arteta, Ipi Pérez del Solar, Javier Perla, fueron, sin duda, los más animosos en esta esquina del movimiento. De Cajamarca el fiestón se dirigió a toda prisa hacia la Plaza Raimondi donde la música y el jolgorio siguieron de plácemes. Los sicuris de Paloma Duarte, molinera-barranquina-Gana Perú sonaron fuerte como queriendo decir que Barranco también es huayno y explosión popular. La encontramos dos días después en Internet para preguntarle su opinión sobre la fiesta, esto fue lo que nos dijo, vale la pena conocer su pensamiento: "Los barranquinos queremos usar nuestras calles, divertirnos, celebrar, organizarnos, ser ciudadanos que se atreven a pasar el umbral de nuestras casas para compartir entre todos y todas. Nada más". Tiene razón la joven candidata al congreso por la agrupación de Ollanta.

Gracias por el fuego. De Raimondi la movida se trasladó a Malambito, barrio de bravos y otrora tierra de nadie. Allí el júbilo alcanzó un paroxismo inusitado gracias al encuentro musical entre La Mente y Sabor y Control, rock urbano y salsa dura, purito Barranco y algarabía incontrolable. Mientras la banda de Ricki Wiesse convocaba a todos los creyentes, nos dimos tiempo para ir en busca de los que se habían movilizado hacia la plaza principal del distrito. Allí la fiesta tenía los rostros de todos los limeños y el desborde amenazaba en tirar por la borda todo lo ganado a fuerza de unidad distrital y diversión auténtica. Felizmente que la suerte (y previsión de los ubicuos bomberos) pusieron lo suyo: los chorros de agua de las unidades de la bomba del distrito calmaron a los miles de convocados a través de la prensa citadina y, nuevamente, las redes sociales. Ya para entonces, ocho horas después de iniciada mi participación vecinal, se hacia tiempo de volver a casa.

Decidí partir, no sin antes tomar estas últimas notas del líder de Decisión Ciudadana, José Rodríguez, candidato fallido a la alcaldía distrital por el más locuaz de los movimientos de base de Barranco. Lo conocemos desde hace mucho tiempo y sabemos de su disposición por el cambio y buenas maneras. Lo que sigue es parte de una forma de entender la civilidad que compartimos de cabo a rabo:"La experiencia de haber vivido el carnaval de este año ha sido muy positiva; primero porque la organización fue más amplia; hemos sido varios los grupos convocados. Luego porque hubo un intento, mejorable por cierto, de llevar la fiesta a las zonas aisladas del distrito como Raimondi, Balta, Malambito. De hecho, la alcaldesa estuvo a la altura de las circunstancias. El apoyo de la autoridad marcó la diferencia, da gusto como vecino encontrar un municipio promotor y no cancelador y opresivo como el anterior. Las sonrisas fueron el común denominador del carnaval de este año". Qué buena revancha, exactamente un año después, la batalla de la calle Miraflores, allí donde los activistas del Proyecto Barrio y los propios vecinos de la cuadra construyeron un Triangulito para ver pasar las horas, fue ganada por los paseantes, usted y yo, los que estamos construyendo a patadas una ciudad reconciliada con sus pobladores y pletórica de alegrías.

Notas relacionadas:

Apoteosis del carnaval de Barranco

http://www.soloparaviajeros.pe/edicion58/nota1.html


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Boletín del Grupo Viajeros dedicado a caminantes, turistas y viajeros por el Perú y América Latina...


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