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En bici por el Alto Perú para hablar de Amazonía

Publicado: 2011-03-31

(Alonso Pérez Ojeda, desde Laja, Bolivia) Desde tiempos remotos la Amazonía ha sido considerada un ambiente inhóspito, desconocido, lejano, y muchas veces vacío. Sin embargo, la realidad es otra. El ecosistema amazónico es uno de los lugares más diversos biológica y culturalmente hablando, y las actividades que en ella se desarrollan a pequeña y gran escala pueden repercutir de muchas maneras en la región.

En este mundo globalizado, cada vez hay más gente interesada en la Amazonía y sus especies de flora y fauna, sus ecosistemas, su gente, sus historias, su problemática y su futuro. De esta manera, este proyecto busca en líneas generales llevar a otros lugares… un poco de Amazonía. El método, tal vez, no sea el más convencional, pero se cimenta en el simple hecho de que viajando en bicicleta se puede estar más cerca de la gente y de la realidad circundante.  En conclusión, este proyecto ayudará a un mejor entendimiento de la región amazónica en otros lugares ajenos a ella y, por otro lado, a despertar en la gente un espíritu de conciencia ambiental basados en la creatividad y el intercambio cultural.

Por la nación aymara. Para cubrir grandes rutas es necesaria una estrategia. Manejar muchos kilómetros en un día no es como salir a montar bici por Lima o dar una vuelta por la universidad. Aquí te puedes quedar botado un buen rato por una llanta pinchada, terminar tipo charqui debido al sol del altiplano que es achorado o terminar con una pulmonía si te agarra una tormenta y no hay pueblo de descanso a la vista.

Hasta ahora mi estrategia ha sido salir temprano, plan de 7 am después del desayuno de rigor. Primero para que no me agarre el sol de medio día y segundo porque a partir de las 2 o 3 de la tarde empieza a correr un viento helado y las nubes (que se han cargado todo el día) empiezan a bombear. Es básico un mapa vial y progresivas de kilometraje, pero sobre todo, ir preguntando ya que la gente es la que conoce.

La gente se identifica con el proyecto… te preguntan ¿de dónde vienes y adónde vas? por ahí no faltan los buenos samaritanos que regalan hojita de coca, leche fresca, un almuerzo, un suelo donde dormir, o simplemente te brindan su alegría. Para mí, eso es suficiente. No falta el que ha querido regalar un burro para la causa pero por ahora solo bici. Ahorita estoy recorriendo el tramo de la carretera La Paz –Oruro, adentrándome cada vez más en la nación Aymara.

Carnavales. Partí rumbo a Pircuta luego del ya clásico desayuno energético de avena cruda mezclada con harina de maca y trozos de chocolate de taza. Me recibieron con los brazos abiertos y pude dictar una pequeña clase de Amazonía en la unidad educativa Naciones Unidas.

Llegué al pueblo de Laja después de  2 horas, para variar, como en todos los pueblos que he venido visitando, estaban en carnavales. Conversé con el director de la U.E. que se interesó desde un principio en el proyecto y mañana por la mañana voy a proyectar el video “La travesía de Chumpi” para los niños de la promoción de 6 Ay B.

Dicen que Laja se fundó primero que La Paz en 1548, a los 3 días se dieron cuenta que por aquí no hay agua, motivo por el cual se refunda La Paz en la ciudad que conocemos actualmente.

Los carnavales aquí consisten en comparsas, agrupaciones de músicos y danzantes, que desafían al frío con incontables cantidades de cerveza “Paceña”. No faltaban los borrachitos insepultos ni declaraciones de amor y cortejos que se desarrollan sin ambages en el fragor del baile y del alcohol. En la plaza, un viejo Quishuar arguediano servía de distracción para los mas pequeños que se prendían de sus ramas, y una señora enjoyada de puna me repetía una y otra vez que el padre Tomas, encargado de la parroquia, no demoraría en llegar.

Era ya de noche y la Luna ya aleteaba con alas de cóndor en un cielo cada vez más negro, el que tocaba el bombo era cargado- casi arrastrado- por sus compañeros también macerados. Y, de la parroquia,  en un español masticado, apenas alcancé a oír: Adelante peregrino, pero primero enséñeme sus documentos. No falta el indocumentado como el de la semana pasada, que incluso, insistía en hacer dormir a su burro dentro de la casa del señor

Laja . Villa Remedios y la tormenta. La proyección del video sobre la Amazonía en la Unidad Educativa Pedro Domingo Sarmiento Murillo fue un éxito. El masato, los antos Achuar, las cascadas, todo llamó la atención. Preguntas como: ¿Dónde nace el Amazonas? ¿Cuántos pueblos indígenass hay en la Amazonía peruana-boliviana? Y otras como ¿por qué estoy haciendo este viaje?

Resultó interesante que algunos, sobre todo los profesores, relacionaron el procedimiento de producción del masato con la elaboración de una “chicha” de maíz o quinua por los “ancianos” y que lamentablemente ya no es muy común. Aquí queda demostrado que muchas veces los patrones culturales pueden ser similares a pesar de la geografía y la distancia.

Luego de dejar Laja y Viacha atrás, seguí camino a Pan de Azúcar en donde encontraría la carretera que lleva a Oruro. El viento soplaba hacia el oeste, y en ese momento Viacha yacía cubierta de un manto negro a punto de empezar a regar el altiplano. Lo peor vendría más tarde cuando el viento cambió su dirección hacia el sur, generando lo que me temía, que la tormenta viniera tras de mi cerrándome el paso. No puedo describir esa sensación de luchar metro a metro con esa infame complicidad de nubes y frío. Pensar en solo pedalear y pedalear hasta hallar la carretera y luego poder encontrar un pueblo donde refugiarse. Gracias al cielo (que se estaba cayendo) llegué a Villa Remedios y pude encontrar a Don Lazario, seguidor de la iglesia del Sétimo  Día, que es de donde escribo estas líneas. La tormenta de granizo y lluvia ya pasó.

El sol ha vuelto a salir tan solo para despedirse. Don Lazario cuenta lo último que le queda de hoja de coca y a lo lejos, donde antes hubo tinieblas, ahora es una puna de amatista donde el viento toca un solo de zampoñas y un arco iris trata, sin éxito, de alcanzar un nevado teñido de azul llamado Iñimani (Abuelo).

Alonso Pérez Ojeda del Arco, forestal por la UNALM, etnozoólogo y apasionado de la Amazonía se encuentra realizando un viaje en bicicleta por el Alto Perú (Bolivia) que lo habrá de llevar hasta el Chaco, al sur extremo de nuestro continente. Durante su peregrinaje otorga clases de Amazoní­a a quien lo quiera recibir, así­ como proyecciones de fotos y videos sobre este ecosistema en colegios y escuelas rurales. Su proyecto, Amazonía para el Mundo, nos fascinó desde que lo conocimos gracias a una carta de de Matías, su hermano mellizo, molinero como él y también amigo de esta revista y sus sueños. Lo vamos a seguir en la ruta:

http://amazoniaparaelmundo.wordpress.com


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Solo para Viajeros

Boletín del Grupo Viajeros dedicado a caminantes, turistas y viajeros por el Perú y América Latina...


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