Cuando los defensores de los osos de anteojos se pelean...
LIMA / Guillermo Reaño. El año pasado fui a Chaparrí para conversar con Heinz Plenge sobre los problemas (líos, debería decir) que se venían dando entre los miembros de su entorno y el grupo de colaboradores y amigos de Robyn Appleton, la científica canadiense que ha venido estudiando el comportamiento de los osos de anteojos en la Comunidad Campesina Santa Lucía de Ferreñafe, una zona contigua a la comunidad de Santa Catalina de Chongoyape donde también es posible encontrar individuos de la especie más emblemática de los bosques secos de Lambayeque y Cajamarca. No voy a entrar en detalles sobre el tenor de nuestro diálogo que fue, como siempre, alturado, sincero, lleno referencias a amigos comunes…no viene al caso. Fue una visita apurada, cortita, de buenos oficios. Con Heinz comparto una amistad de muchos años y el mismo entusiasmo por la conservación y el turismo de naturaleza. Al llegar a Lima escribí las notas que enseguida copio y que nunca llegaron a publicarse. Las pongo sobre la mesa simplemente porque el viejo conflicto entre las partes ha vuelto a hacerse público y pone en peligro de nuevo la continuidad del trabajo científico que se ha venido impulsando desde hace tanto tiempo. Y con tan buenos resultados.
“La relación entre conservación y turismo no siempre ha sido de lo mejor. Eso nos queda muy claro a pesar de los esfuerzos de muchos amigos nuestros, que habiendo acampado desde temprano en los territorios del negocio turístico, han hecho lo indecible por preservar la herencia natural de los peruanos en todos los confines de nuestra inabarcable geografía. En el número pasado de Solo para Viajeros nos ocupamos del trabajo de Rainforest Expeditions en sus albergues de Tambopata y en Viajeros, edición física, nos hemos referido más de una vez de la encomiable labor de Joe Koechlin, el hombre fuerte de Inkaterra, en sus hoteles de Machu Picchu y en Madre de Dios. Dos perlas de un collar lleno de emprendimientos turísticos que vienen convirtiendo al Perú en la Meca del turismo de naturaleza, del científico y del ecoturismo.
No es este el momento de pasar revista a lo mucho que se ha andado en la promoción de un turismo que valore los entornos naturales. Nosotros tenemos en el registro cientos de experiencias notables en Tarapoto, Iquitos, Lambayeque, Madre de Dios, Cusco que iremos mostrándoselas en este newsletter… No hay departamento –o región- del mapa nacional donde no se haya desarrollado una propuesta interesante en materia de turismo de naturaleza. Eso es bueno, pero sería mejor si entendiésemos de una vez que el turismo puede ser un aliado importantísimo en la creación de valor en tantas Áreas Naturales Protegidas que sobreviven a duras penas en medio de pandemias peores que la de la gripe AH1N1: nos referimos por cierto a la tala ilegal, los sembríos de coca, el narcotráfico, la minería informal…
Lo hemos conversado muchas veces con Gustavo Suárez de Freitas y otros amigos que militan en el campo de la conservación como Pedro Solano o Pino Rubio: es necesario ser más creativos en un maridaje que funciona tan bien en otras latitudes. Costa Rica, solo por mencionar uno de los ejemplos más manoseados. ¿Turismo o conservación o turismo y conservación? Para nosotros la respuesta es clara. El turismo, esa actividad poco amigable y un tanto frívola en el corazón idealista de los primeros parquistas peruanos, es hoy una industria capaz de atraer cientos de miles de visitantes al Perú y poner en el tapete de la discusión académica temas tan volátiles antes como el de la preservación del bosque, la fijación de carbono y la sostenibilidad en todas sus dimensiones. Los hombres de negocio (vinculados al turismo da naturaleza) se muestran, por lo general, tan cuidadosos con los entornos bajo su responsabilidad como los más avispados conservacionistas. Es así.
Por eso es necesario ponernos de acuerdo en los límites de una y otra actividad. Lo decimos porque hemos asistido últimamente a más de una querella entre conservacionistas y gente de turismo, por llamarla de algún modo. En abril y mayo pasado se inició una encarnizada batalla entre los que defienden el trabajo que Heinz Plenge, Rob Williams y otros científicos han venido ejecutando en el ACP Chaparrí y los que apoyan a la científica Robyn Appleton, quien viene realizando su trabajo en Laquipampa…”
Esas fueron las notas que dejé en el tintero creyendo que el pleito de marras iba a ir amenguando. Qué equivocado estaba, las hostilidades se han vuelto a reiniciar y octubre se convirtió en un mes de pullazos y de acusaciones mutuas y repetidas. Como en enero del 2010, cuando hablé con Heinz en Chaparrí, me voy a mantener al margen de este entripado; en ambos bandos (qué fea palabra) tengo amigos a quienes aprecio y respeto por su trabajo en pro de la conservación de la naturaleza. Solo voy a agregar que me apena este diferendo entre conservacionistas, entre amantes de los osos de anteojos del bosque seco del Perú.
Confrontación, disputa, enemistad que lleva varios años confundiendo a la opinión pública y que, sin duda, no contribuye en nada en el cometido de sembrar un clima de colaboración científica y respeto ciudadano. Como es por todos sabido el Grupo Viajeros ha venido acompañando desde su fundación a la comunidad científica que se puso al frente de la defensa del oso frontino (Tremarctus ornatus) tanto en el surandino (¡maravillosos bosques de Chinchay, en Pacobamba!) como en el bosque seco de Lambayeque y Cajamarca. En el número 11 de la revista Viajeros (setiembre de 2004) dedicamos tapa y artículo central al proyecto de osos de Chaparrí y hace unos días reproducimos en SOLO PARA VIAJEROS una nota dando cuenta de la presencia de la especie en mención en los bosques de Batán Grande. No hemos tomado partido en este desagradable episodio, en todos los casos hemos tratado de celebrar las buenas noticias y las iniciativas que tuvieran como punto nodal el entendimiento y el respeto entre las partes.
Ojalá que las acusaciones mutuas se aclaren y que nos pongamos de acuerdo, como movimiento ambiental, como amantes del Perú, en salvar, de verdad, a los osos de anteojos que aún sobreviven en nuestro territorio. Sería un buen ejemplo de reconciliación y progresismo. Lo decimos nosotros que tuvimos que cerrar un medio de comunicación tan potente como VOL, la agencia de noticias para el desarrollo que gestionamos durante más de ocho años, precisamente por los encontronazos y furias mutuas que el mismo diferendo produjo entre nuestros amigos.
Mientras esto no ocurra, no vamos a volver a ocuparnos de los osos de anteojos del norte peruano. Así andan las cosas en el movimiento conservacionista peruano, qué pena…
Buen viaje…